Memory salió recomendada en Book Riot dentro de los 100 mejores libros de ficción especulativa traducidos al inglés desde distintos países del mundo.
Y en el capítulo Argentina, éstos fueron los elegidos:
-Ficciones by Jorge Luis Borges, translated by Anthony Kerrigan. -Kalpa Imperial by Angélica Gorodischer, translated by Ursula K. Le Guin. -Trafalgar by Angélica Gorodischer, translated by Amalia Gladhart. -Memory by Teresa P. Mira de Echeverría, translated by Lawrence Schimel.
Gracias a Lawrence Schimel el traductor y a Joanne Merriam la editora, por hacerlo posible.
Y así empieza Memoria:
"Desde que
tengo memoria, vivo en Olimpic.
Aunque mi
padre dice que no nací aquí, que aquí llegamos cuando era muy pequeño; hará
unos diez años, supongo.
Aquí
murió mi hermana al nacer. De mi madre nunca habla.
En
realidad, mi padre no habla casi nunca de nada.
No es que
yo hable mucho, pero a veces siento la necesidad de comprobar que puedo hacerlo.
Mi vecino
es el Señor Capadocia.
El Señor
Capadocia es un hombre viejo, muy viejo. Tiene un chevy Bel Air rosa, descapotado,
que jamás ha salido de su patio, y un perro que se llama Borzoi, pero que no es
un borzoi sino algo indefinido, gris y grandote.
El Señor
Capadocia es mi amigo. Bueno, todo lo amigo que un hombre de más de cien años
puede serlo de un chaval de casi once.
Todos los
días me llama y me deja jugar con Borzoi.
The Cranberries es una banda irlandesa formada en Limerick, en 1989, bajo el nombre de The Cranberry Saw Us. Formaron el grupo inicial: Noel Hogan (guitarra), su hermano Mike Hogan (bajo), Fergal Lawler (batería) y Niall Quinn (vocal). Niall era quien componía las canciones hasta que se fue del grupo y lo reemplazo Dolores O'Riordan como vocalista y compositora. The CranberrySaw Us dejaron de existir cuando Dolores entró al grupo y pasaron a llamarse The Cranberries.
Una excelente banda, siéntense en un sillón, sírvanse un vaso de Jameson, de Baileys o de Guinness, y disfruten.
Hacia fines de la década del cincuenta y durante los sesenta, la bohemia se traslado al "bajo", cerca de dos polos de cuestionamiento de lo establecido: el Di Tella y la Facultad de Filosofía y Letras (que en ese entonces estaba donde ahora se encuentra el rectorado de la Universidad de Buenos Aires, UBA: Viamonte entre San Martín y Reconquista).
En el Florida, en la calle Viamonte, se daban cita los responsables de la revista Contorno: Ismael y David Viñas, Noé Jetrik, Jorge Lafforgue y León Rozichtner entre otros.
Y acá no puedo dejar de mencionar un café poco nombrado por los historiadores de los cafés porteños, pero recordado por quienes concurrían: el Chambery, en Av. Córdoba y San Martín, en la esquina donde ahora está una juguetería, y cuyos propietarios eran mis tíos Juan y Eduardo, y donde mi papá era el barman (como se decía en aquella época). Recuerdo que mi papá nos contaba que allí iban: Ernesto Sábato a tomar siempre su copa de vino, Oliverio Girondo, el cantante de tango Alberto Morán y Alfredo Barbieri junto con sus compañeros de actuación en los teatros de revista, pero él era el único que iba con la ropa con la que actuaba: frac, galera y bastón.
Mucho tiempo después nos enteramos que se allí también se reunían los surrealistas, y que en el Chambery se gestaron las revistas: La rueda y A partir de cero, las dos publicaciones surrealistas de la época. Concurrían entonces: Carlos Latorre, Julio Llinás, Enrique Molina, Aldo Pellegrini, Francisco Madariaga, Esteban Fazio, Alberto Greco, Luis Wells, Kenneth Kemble, Enrique Barilari y Mario Pucciarelli, entre otros.
Al Chambery lo mencionan en sus libros: Juan Jose Sebreli, "El tiempo de una vida"; Ernesto Goldar, "Vida cotidiana en la década del 50"; Olga Orozco y Gloria Alcorta, "Travesías. Conversaciones coordinadas por Antonio Requeni"; Osvaldo Borda, "Confesiones y Confusiones. retrospectiva del pintor y su época"; y la revista de artes visuales "Ramona" Nro. 47 del 2004, en el artículo "Un brindis por el sordo Masotta y sus cócteles explosivos".
También es nombrado en el diario La Nación del 25 de Junio de 1998, en el artículo "Luis Wells: álgebra y fuego. El maestro del informalismo saca a la luz sus pinturas recientes. Hasta el 11 de julio, su última obra, mezcla de rigor e intuición, puede verse en la galería Rubbers y en el Museo de Bellas Artes", y en Radarlibros, de Página 12, en el artículo: "Ubú rey de la patagonia. Ayer fue fundado el Novísimo Instituto de Altos Estudios Patafísicos de Buenos Aires, una institución pionera en esa Ciencia de lo Particular INVENTADA por Alfred Jarry" de Rafael Cippolini.
Mi papá (a la izquierda) y uno de los cocineros
Mi tío Juan (segundo a partir de la izquierda), el mozo y parte del personal
La carta del Chambery
La carta del Chambery
En los setentas, la bohemia emigró hacia la Av. Corrientes (entre Av. Callao y el Obelisco), a cafés como La Giralda, El Foro, Ramos (que ahora se convirtió en un local de una cadena de pizzerías —no quiero saber que pasó con el mural con caricaturas de maestros del tango que tenía en una de sus paredes: Carlos gardel, Astor Piazzolla, Osvaldo Pugliese, Anibal Troilo, Edmundo Rivero y Roberto Goyeneche alrededor de una mesa de café—), y La Paz, refugio de los intelectuales de la izquierda argentina, que ahora tiene un drugstore en la entrada. Frecuentaban La Paz: Manuel Puig, Osvaldo Soriano, Rodolfo Rabanal, Abelardo Castillo, responsable de las revistas: El Escarabajo de Oro y El Grillo de Papel junto con Ricardo Piglia, Horacio Salas e Isidoro Blaisten.
La Paz en sus viejos tiempos
Todo este movimiento cultural terminó con la última dictadura militar, entre 1976 y 1983. En la década del ochenta volvieron los debates y surgieron las librerías-café, a donde concurrían los escritores. Hablamos de locales como Gandhi y Clásica y Moderna.
Foro Gandhi (actualmente ubicada en otra dirección, ya sin el café)
Y en los últimos años aparecieron las cadenas como nuevos lugares de reunión, cada uno con sus identidades y con sus grupos de clientes: los pequeños locales que sirven café gourmet, los que sirven café de origen, y los cafés que además venden café en grano o molido. Ojalá este nuevo período neoliberal no termine con ellos.
Qué mejor para terminar esta serie de posts que ver dos videos del programa de TV: Polemica en el bar, con siete capos cómicos: Adolfo García Grau, Javier Portales, Fidel Pintos, Juan Carlos Altavista (como "Minguito Tinguitella"), Vicente La Russa (como "el preso", que era el mozo) y Alberto Irizar (como "el gallego", que era el dueño del bar). Empezó siendo un sketch del programa Operación Ja ja, en 1963, y en 1972 pasó a ser un programa independiente.
Y también un video con el tango que mejor cuenta "el café": cantado por Edmundo Rivero, "Cafetín de Buenos Aires", con letra de Enrique Santos Discépolo y música de Mariano Mores.
Los cafés literarios empezaron a surgir en Buenos Aires en la Belle Epoque.
Entre 1893 y 1914 los modernistas que seguían a Rubén Darío: Roberto J. Payró, Alberto Holmberg y José Ingenieros, entre otros; y sus sucesores: Evaristo Carriego, Alberto Gerchunoff, Enrique Banchs y Horacio Quiroga, y más; se reunían en Los Inmortales, a donde también concurrieron, a su paso por Bs. As., Jacinto Benavente y Ramón del Valle Inclán.
A La Brasileña asistían Baldomero Fernández Moreno, un grupo de escritores anarquistas alrededor de Alberto Ghiraldo, y Ricardo Olivera y Manuel Galvez, fundadores de la revista Ideas.
En los años veinte, Macedonio Fernández concurría a La Perla (no confundir con el mítico La Perla, donde "surgió" el rock nacional de la mano de Tanguito, Miguel Abuelo, Lito Nebbia y otros, lugar donde se escribió La Balsa).
En la misma época, el grupo Boedo, que se reunía en El Japonés, postulaba la misión social del escritor.
Hacia finales de los veinte, entran en escena el mítico Café Tortoni, fundado en 1858, con el grupo La Peña que se declaraba neutral en el "enfrentamiento" entre el grupo Florida, de La Richmond, y el grupo Boedo, de El Japonés. Los primeros en frecuentar el Café Tortoni fueron un grupo de escritores, músicos, pintores y periodistas encabezados por Benito Quinquela Martín. Entre sus habitués de todas las épocas estuvieron: Antonio Cunill Cabanillas, Ricardo Güiraldes, Edmundo Guibourg, Ulyses Petit de Murat, Raúl Scalabrini Ortiz, César Tiempo, Conrado Nalé Roxlo, Francisco Luis Bernárdez, Leopoldo Marechal, Alfonsina Storni, Emilio Pettoruti, Xul Solar, Raúl González Tuñon, Baldomero Fernández Moreno, Jorge Luis Borges y Carlos Gardel.
Café Tortoni
En la Richmond, fundada en 1917, en la calle Florida 468, y que ya no existe, —en el local al que por suerte se le pudo salvar la arquitectura y parte del mobiliario, hay un negocio de venta de zapatillas "alta llanta"—, se gestó en 1924 el periódico Martín Fierro que reunía a los escritores: Conrado Nalé Roxlo, Cayetano Córdova Iturburu y Ernesto Palacio, entre otros, y a quienes se agregaron después los responsables de las revistas Proa, Prisma e Inicial aparecidas a partir de 1921: Jorge Luís Borges, Antonio Güiraldes, Macedonio Fernández, Oliverio Girondo, Francisco Luis Bernárdez y Leopoldo Marechal. También Sigfrido Radaelli responsable de la revista Megáfono.
Por suerte, otros locales como el Petit Colón, Los Galgos o el London City, donde escribía Julio Cortázar, fueron arreglados y puestos a nuevo conservando el estilo y la arquitectura originales.
Richmond
En los treinta, los bares y cafés de Av. de Mayo albergaron a los escritores españoles perseguidos por el franquismo, como el Iberia, donde paraba Federico García Lorca. Enfrente del Iberia estaba el Español, donde se reunían los simpatizantes de Franco, y los habitués de ambos terminaban, como era de esperarse, a las trompadas en plena esquina de Salta y Av. de Mayo. Las lámparas del Iberia tienen todavía los colores republicanos. Ahí tuvimos las reuniones del grupo de escritores de ciencia ficción, fantasía y terror Los Clanes de la Luna Dickeana desde su inicio hasta el 2014; durante el 2015 pasamos por Federico y La Paz;y este año hacemos las reuniones en el Starbucks de Corrientes y Rodríguez Peña que, aunque no lo crean, tiene un excelente café; pidan el café del día, si les gusta fuerte tiene que ser un Sumatra, un Espresso o un Italian Roast, y si les gusta más suave: un Kenya, un Colombia o un Guatemala Antigua.
Parte del grupo Los clanes de la Luna Dickeana en el Iberia
Antes de llamarse Iberia, este café se llamaba La Toja, y allí concurrían los dirigentes de la Unión Cívica Radical cuyo comité central estaba en la cuadra siguiente.
Muchos cafés de la Av. de Mayo albergaron a los escritores españoles en el exilio, como: Rafael Alberti, María Teresa León, Jacinto Grau, Alejandro Casona, Ricardo Baeza, Eduardo Blanco Amor, Manuel de Falla, Rosa Chacel, Ramón Gómez de la Serna y otros. Por esos años surgió la revista Signo, en el subsuelo del Hotel Castelar, donde concurrían Raúl González Tuñón, Alfonsina Storni, Norah Lange, Leopoldo Marechal y Enrique Amorín, entre otros.
Hotel Castelar
Esa es la década en la que las mujeres escritoras y poetas comienzan a concurrir a los cafés literarios: Alfonsina Storni, Norah Lange, Margarita Abella Caprile, Amparo Mom y Nelly Merino Carbahlo.
En los cuarenta, La Helvética vio en sus mesas a Manuel Mujica Láinez, Alejandro Sirio, Valentín de Pedro y Guillermo Guerrero Estrella.
En las décadas del treinta y cuarenta también proliferaron en el "bajo" (en la zona del puerto), los cafetines llamados "piringundines", mezclas de café, salones de baile y burdel, a los que también concurrían escritores y poetas.
Y qué mejor que cerrar el post con uno de los mejores tangos que reflejan los cafés de Buenos Aires, "Café La Humedad" de Cacho Castaña quien aquí lo canta:
Los cafés siempre fueron buenos refugios, buenos cómplices; como dice el tango Cafetín de Buenos Aires: “Sobre esas mesas que nunca preguntan”. Esas mesas que escuchan todo y nunca revelan nada. Esas mesas que escucharon a radicales, a peronistas, a enamorados, a abandonados, a solitarios, a grupos de amigos, a vencidos, a vencedores, a alegres, a melancólicos, a poetas, a pintores, a rockeros, a tangueros, a luchadores, a los que se rindieron sin luchar.
Edward Hopper - Automat
Los cafés, lugares de reunión y de conspiración, de soledad y de compañía, de charla y de discusión, de reconocimiento entre pares; lugares donde se arregla el mundo, donde se charla de arte, de cine, de libros, de mujeres y de hombres, de política. Expresión del entorno, de los clientes, de lo social, de las épocas y sus circunstancias: los del centro, con sus habitués y sus clientes de paso; los de los barrios: con más habitués que clientes de paso; los cercanos a los centros de poder, los de los puntos neurálgicos.
William Orpen - The Café Royal London
Lugares donde los mozos conocen las mañas de los clientes y los clientes las de los mozos, tradición y ritual en Buenos Aires, partes de la identidad porteña.
Primero fueron las pulperías, que con el paso del tiempo fueron quedando relegadas al campo; y en la ciudad derivaron por un lado en los almacenes y tiendas, y por el otro en los cafés, confiterías y restoranes. En 1799 ya estaban en Buenos Aires el Café de los Catalanes y el Café de Marco, donde se gestaba la revolución de Mayo, y el Café de la Victoria donde se juntaban los adherentes a la corona española. Desde allí fueron evolucionando y creciendo en cantidad, el Tortoni en 1858, La Helvética en 1860 entre otros.
Ludwig Passini - Artistas en el café Greco de Roma
Y llegamos al siglo XX, donde proliferaron con los inmigrantes y se extendieron a los barrios. Surgieron los bares y cafés con billar, como el 36 billares en la Av. de Mayo o La Academia en Av. Callao casi Av. Corrientes (yo tengo el taco personal de mi tío Guillermo, con el que ganó un torneo en uno de los cafés que había en Constitución —lamentablemente quedan muy pocos locales a los que se les pueda llamar cafés en Constitución—, y en el que ganó otro taco).
Memory, la novela corta de Tere traducida al inglés por Lawrence Schimel, sigue dándonos alegrías, fue nombrada por Book Riot entre los cien textos de literatura latinoamericana traducidos al inglés imprescindibles para leer. Pueden ver la lista completa haciendo click en la imagen:
Y Rachel Cordasco, en Speculative Fiction in Traslation, compara a Tere con Ray Bradbury y Thomas Mann. Para leer la review hagan click en la imagen:
Dos alegrías inmensas. Ojalá La Terpsícore, cuento que en este momento Lawrence está traduciendo para la versión en inglés de la antología Alucinadas, nos de tantas alegrías porque es otro cuentazo, que resultó el ganador de la convocatoria para esa antología.
Acaba de salir publicada Lusus Naturae, la primera novela de Tere en ver la luz.
Se puede descargar gratis desde Ficción Científica, gracias José Antonio por confiar en la escritura de Teresa y gracias también a Alejandro Di Marco por cederle la impresionante ilustración que forma parte de la tapa.
David Bowie...
No hay mucho más que decir, siéntense en el lugar más cómodo, sírvanse un café, póngale un poco de crema, canela y nuez moscada, y escuchen.
El 26 de Abril de 1937 era un Lunes de primavera, día de feria en Gernika, por lo cual mucho baserritarras (chacareros) llevaron sus productos a vender en la ciudad.
Los combates estaban a muchos kilómetros al Sur y al Este.
A las 16:30hs las campanas de la iglesia comenzaron a sonar, a los pocos minutos un avión Heinkel 111 descargó sus bombas en la zona de la estación. Mientras la gente corría a los refugios, otro Heinkel dejó caer sus bombas y ametralló a la población.
Cuando todo parecía haber pasado y la población salió de los refugios a ayudar a los heridos, comenzaron a escucharse los Junker 52, bombarderos pesados que dejaban caer su carga de bombas de 50 libras (23 kilos) y 100 libras (45 kilos) sobre los edificios.
En el momento en que la gente comenzó a huir ,de los refugios que estaban en los sótanos de esos edificios, porque también eran alcanzados por las bombas, aparecieron los Heinkel 51 a ametrallar a la población.
Desde las 17:15hs hasta las 19:45hs (hora en la que se dejaron de oír los aviones), los Junker 52 y los Heinkel 111 se turnaron en lanzar sus cargas: bombas explosivas y bombas incendiarias; estas últimas caían en los edificios destruidos y prendían todo lo inflamable a su paso. Esta etapa final del bombardeo tenía blancos elegidos que eran destruidos en forma ordenada.
Cuando todo cesó, la ciudad era una enorme hoguera, incluso ardían algunos caseríos cercanos. Solo la Casa de Juntas (lugar donde había asumido como primer Lehendakari autónomo vasco, el 7 de Octubre de 1936, José Antonio Agirre y Lekube, y lugar donde se encuentra el Árbol de Gernika, el símbolo de las libertades vascas) estaba en pie, con apenas unos pocos destrozos en los jardines y en las ventanas.
George L. Steer, periodista y corresponsal de guerra inglés, fue el primero en propagar la noticia fuera de España casi inmediatamente de sucedido el bombardeo, denunciando que los aviones y los proyectiles encontrados eran de fabricación alemana. Después vinieron las mentiras franquistas: que la quemaron los comunistas, que la quemaron los nacionalistas, etc., etc.
Busto de George Steer
Según Steer, éste fue el comunicado del Lehendakari Agirre:
«Los aviadores alemanes, al servicio de los rebeldes españoles, han bombardeado Gernika, quemando la ciudad histórica venerada por todos los vascos. Han intentado herirnos en lo más sensible de nuestros sentimientos patrióticos, mostrando una vez más que Euskadi no puede esperar nada de quienes no vacilan en destruir incluso el santuario que conserva los siglos de nuestra libertad y nuestra democracia.
Ante esta atrocidad nosotros, todos los vascos, debemos reaccionar con violencia, jurando desde el fondo de nuestros corazones defender los principios de nuestro pueblo con terquedad y heroísmo si es necesario. No podemos ocultar la gravedad del momento; pero el invasor nunca logrará la victoria si nos esforzamos por derrotarlo alzando nuestros espíritus a las alturas de la fuerza y la determinación.
El enemigo ha avanzado en muchas otras partes para luego ser repelido. No dudo en afirmar que lo mismo ocurrirá aquí. ¡Ojalá esta atrocidad de hoy sea un estímulo que nos empuje a lograrlo con rapidez!».
Comprensiblemente, la tranquilidad y mesura que debe tener un gobernante fue ganada por la ira por obvias razones. La resistencia de los vascos duró solamente dos meses más, hasta Junio de 1937.
Lehendakari José Antonio Agirre
Obviamente la idea era quebrar la resistencia vasca en el Norte destruyendo un símbolo, como era y es, Gernika. El lugar de juramento de Agirre y sitio dónde se encuentra el roble que simboliza y encarna las libertades vascas.
El árbol actual fue plantado en 2004 como consecuencia de la muerte del anterior debido al hongo Armillaria mellea, un espécimen que databa de 1860, y que a su vez había sustituido al "árbol viejo" que contaba con más de 300 años de antigüedad. Recordemos que cada uno es vástago del anterior, manteniendo así la continuidad milenaria desde el primigenio árbol sagrado, tal como lo es el roble de Gernika.
Tronco del primitivo árbol
Actual retoño ancestral. Árbol de Gernika
Las fotos de Gernika arrasada son elocuentes:
Acá les dejo el link para que lean el artículo de Steer original publicado en el Times de Londres.
En 1997 Roman Herzog, presidente de Alemania, a través de su embajador, asumió en Gernika la memoria de lo sucedido: “Yo quiero asumir ese pasado y reconocer expresamente la culpa de los aviones alemanes involucrados”.
Para los que quieran leer sobre el tema les recomiendo: El día en que Guernica murió de Gordon Thomas y Max Morgan-Witts y El árbol de Gernika. Un ensayo sobre la guerra moderna de George L. Steer.
Éste es un pequeño párrafo del libro de Steer:
"Al salir de entre los montes apareció ante nuestros ojos Gernika.
Un armazón de mecano.
De cada ventana surgían lenguas de fuego.
En vez de tejados, no había sino salvajes colgantes en combustión.
El armazón de mecano se tambaleaba
y un desorden rojo y feroz comenzaba a reemplazar su rígida geometría."
"Guernica" de Pablo Picasso. Pintado con motivo de la tragedia de Gernika.
Un recuerdo para todos los muertos de Gernika y para los muertos de todos los bombardeos a ciudades, que por desgracia todavía siguen ocurriendo.
En Etiopía, el lugar donde nació el café, se realizó durante siglos una ceremonia donde los contertulios comparten su preparación: primero, los granos verdes se tuestan en una mesa; una vez tostados, el anfitrión los comparte con quienes lo acompañan en torno a esa misma mesa para que aprecien el aroma; después de esto, recitan una oración a la amistad. El café se pone en un mortero de piedra, se muele y se prepara. Finalmente todos deben tomar tres tazas.
Café de Etiopía
En Kenia, los Daasanach hacen un cocido con cáscaras de café que luego vierten en una calabaza, y del cual finalmente echan puñados sobre la piel de un enfermo (hombros, cabeza, piernas y pies), mientras se exclama: "llévate tu mal".
Pueblo Daasanach
Entre 15.000 y 3.000 años atrás, los nómadas Oromo vivían en el reino de Kefa; ellos no tomaban café, lo comían después de triturarlo, mezclarlo con grasa y darle forma de pelota. Solían comerlo antes de ir a la batalla con los Bonga. Los bonga llevaban a los capturados a Harar, así los oromo capturados terminaron introduciendo el café en Harar. Los kefanos generaron los primeros baristas, una casta llamada "del tofaco", que no sólo preparaban el café del Rey sino que lo vertían en su garganta.
Los Oromo-Garri tienen un ritual llamado bun-qalle; entre los garri, la cáscara del fruto del café significa sacrificio, y al quitarla del grano los sacerdotes la ritualizan como si descabezaran a un ser vivo. Los granos se cocinan con manteca y se los dan a mascar a personas mayores, cuando sienten que su poder espiritual aumenta, bendicen la preparación y la untan en la frente de los participantes. Al final, se mezclan los granos enteros, no molidos, con leche dulce y se lo bebe orando.
Entre los oromo el parecido de los granos de café con los órganos sexuales femeninos generó un ritual de significación sexual donde los participantes se abstenían de tener relaciones sexuales desde un día antes de dicha ceremonia. Comparan la hendidura del grano de café con la primera experiencia sexual de una mujer en la noche de bodas. Después que los frutos eran descascarados, se mezclaban con manteca mediante un palo llamado dannaba, que significa pene; otros lo reemplazaban por un ramillete de hierbas recién cortadas, porque un pedazo de madera muerta no da vida. Mientras se mezclaba se recitaba una oración hasta que el calor hacía que el grano se abriera con un sonido que vinculaban al sonido que emite un recién nacido y al último suspiro de un moribundo. Al ser comidos, los granos mueren y con ello bendicen la vida y los buenos pensamientos.
Pueblo Oromo
Harar es una de las ciudades míticas del café. Durante mucho tiempo el café fue un símbolo de poder en Harar; la casta de los cultivadores eran los Harasch a los cuales se les prohibía salir de las murallas para evitar que se conociera el arte del cultivo del café. Como símbolo de su estatus los guardias del emir tenían un jardín privado para tomar café.
Harar
El poeta Arthur Rimbaud vivió mucho tiempo en Harar siendo comerciante de café. Como el emir había sido depuesto hacía apenas 20 años, la tensión seguía existiendo y los franceses necesitaban alguien que se arriesgara en esas tierras para comprar el café, y ése fue Rimbaud.
Casa de Rimbaud en Harar
Los Ogaden todavía toman una infusión con hojas de café, el Kati. Para prepararlo se tuestan las hojas en una cacerola plana hasta que su textura es oscura y como de alquitrán, se pulverizan y se dejan reposar a fuego lento en agua con azúcar y una pizca de sal; el líquido toma un color ambarino y un sabor dulce y salado a la vez, y su textura es gelatinosa. El Amertassa es la variante del Kati que se hace con hojas verdes de café recién cortadas y secadas al sol.
Estos son los viejos rituales realizados con café en su zona de origen: Etiopia y Kenia.