domingo, 26 de junio de 2016

Memory nos da una nueva alegría

Memory salió recomendada en Book Riot dentro de los 100 mejores libros de ficción especulativa traducidos al inglés desde distintos países del mundo.
Y en el capítulo Argentina, éstos fueron los elegidos:

-Ficciones by Jorge Luis Borges, translated by Anthony Kerrigan.
-Kalpa Imperial by Angélica Gorodischer, translated by Ursula K. Le Guin.
-Trafalgar by Angélica Gorodischer, translated by Amalia Gladhart.
-Memory by Teresa P. Mira de Echeverría, translated by Lawrence Schimel.




Gracias a Lawrence Schimel el traductor y a Joanne Merriam la editora, por hacerlo posible.
Y así empieza Memoria:

"Desde que tengo memoria, vivo en Olimpic.
Aunque mi padre dice que no nací aquí, que aquí llegamos cuando era muy pequeño; hará unos diez años, supongo.
Aquí murió mi hermana al nacer. De mi madre nunca habla.
En realidad, mi padre no habla casi nunca de nada.
No es que yo hable mucho, pero a veces siento la necesidad de comprobar que puedo hacerlo.
Mi vecino es el Señor Capadocia.
El Señor Capadocia es un hombre viejo, muy viejo. Tiene un chevy Bel Air rosa, descapotado, que jamás ha salido de su patio, y un perro que se llama Borzoi, pero que no es un borzoi sino algo indefinido, gris y grandote.
El Señor Capadocia es mi amigo. Bueno, todo lo amigo que un hombre de más de cien años puede serlo de un chaval de casi once.
Todos los días me llama y me deja jugar con Borzoi.
Mi padre no quiere que tenga un perro."


domingo, 19 de junio de 2016

Hoy vamos a escuchar un poco de música.

The Cranberries es una banda irlandesa formada en Limerick, en 1989, bajo el nombre de The Cranberry Saw Us. Formaron el grupo inicial: Noel Hogan (guitarra), su hermano Mike Hogan (bajo), Fergal Lawler (batería) y Niall Quinn (vocal). Niall era quien componía las canciones hasta que se fue del grupo y lo reemplazo Dolores O'Riordan como vocalista y compositora. The Cranberry Saw Us dejaron de existir cuando Dolores entró al grupo y pasaron a llamarse The Cranberries.
Una excelente banda, siéntense en un sillón, sírvanse un vaso de Jameson, de Baileys o de Guinness, y disfruten.













domingo, 12 de junio de 2016

Los cafés de Buenos Aires - Última parte


Hacia fines de la década del cincuenta y durante los sesenta, la bohemia se traslado al "bajo", cerca de dos polos de cuestionamiento de lo establecido: el Di Tella y la Facultad de Filosofía y Letras (que en ese entonces estaba donde ahora se encuentra el rectorado de la Universidad de Buenos Aires, UBA: Viamonte entre San Martín y Reconquista). 
En el Florida, en la calle Viamonte, se daban cita los responsables de la revista Contorno: Ismael y David Viñas, Noé Jetrik, Jorge Lafforgue y León Rozichtner entre otros.
Y acá no puedo dejar de mencionar un café poco nombrado por los historiadores de los cafés porteños, pero recordado por quienes concurrían: el Chambery, en Av. Córdoba y San Martín, en la esquina donde ahora está una juguetería, y cuyos propietarios eran mis tíos Juan y Eduardo, y donde mi papá era el barman (como se decía en aquella época). Recuerdo que mi papá nos contaba que allí iban: Ernesto Sábato a tomar siempre su copa de vino, Oliverio Girondo, el cantante de tango Alberto Morán y Alfredo Barbieri junto con sus compañeros de actuación en los teatros de revista, pero él era el único que iba con la ropa con la que actuaba: frac, galera y bastón.
Mucho tiempo después nos enteramos que se  allí también se reunían los surrealistas, y que en el Chambery se gestaron las revistas: La rueda y A partir de cero, las dos publicaciones surrealistas de la época. Concurrían entonces: Carlos Latorre, Julio Llinás, Enrique Molina, Aldo Pellegrini, Francisco Madariaga, Esteban Fazio, Alberto Greco, Luis Wells, Kenneth Kemble, Enrique Barilari y Mario Pucciarelli, entre otros.
Al Chambery lo mencionan en sus libros: Juan Jose Sebreli, "El tiempo de una vida"; Ernesto Goldar, "Vida cotidiana en la década del 50"; Olga Orozco y Gloria Alcorta, "Travesías. Conversaciones coordinadas por Antonio Requeni"; Osvaldo Borda, "Confesiones y Confusiones. retrospectiva del pintor y su época"; y la revista de artes visuales "Ramona" Nro. 47 del 2004, en el artículo "Un brindis por el sordo Masotta y sus cócteles explosivos".
También es nombrado en el diario La Nación del 25 de Junio de 1998, en el artículo "Luis Wells: álgebra y fuego. El maestro del informalismo saca a la luz sus pinturas recientes. Hasta el 11 de julio, su última obra, mezcla de rigor e intuición, puede verse en la galería Rubbers y en el Museo de Bellas Artes", y en Radarlibros, de Página 12, en el artículo: "Ubú rey de la patagonia. Ayer fue fundado el Novísimo Instituto de Altos Estudios Patafísicos de Buenos Aires, una institución pionera en esa Ciencia de lo Particular INVENTADA por Alfred Jarry" de Rafael Cippolini.

Mi papá (a la izquierda) y uno de los cocineros

Mi tío Juan (segundo a partir de la izquierda), el mozo y parte del personal

La carta del Chambery

La carta del Chambery


En los setentas, la bohemia emigró hacia la Av. Corrientes (entre Av. Callao y el Obelisco), a cafés como La Giralda, El Foro, Ramos (que ahora se convirtió en un local de una cadena de pizzerías —no quiero saber que pasó con el mural con caricaturas de maestros del tango que tenía en una de sus paredes: Carlos gardel, Astor Piazzolla, Osvaldo Pugliese, Anibal Troilo, Edmundo Rivero y Roberto Goyeneche alrededor de una mesa de café—), y La Paz, refugio de los intelectuales de la izquierda argentina, que ahora tiene un drugstore en la entrada. Frecuentaban La Paz: Manuel Puig, Osvaldo Soriano, Rodolfo Rabanal, Abelardo Castillo, responsable de las revistas: El Escarabajo de Oro y El Grillo de Papel junto con Ricardo Piglia, Horacio Salas e Isidoro Blaisten.


La Paz en sus viejos tiempos

Todo este movimiento cultural terminó con la última dictadura militar, entre 1976 y 1983. En la década del ochenta volvieron los debates y surgieron las librerías-café, a donde concurrían los escritores. Hablamos de locales como Gandhi y Clásica y Moderna.


Foro Gandhi (actualmente ubicada en otra dirección, ya sin el café)

Y en los últimos años aparecieron las cadenas como nuevos lugares de reunión, cada uno con sus identidades y con sus grupos de clientes: los pequeños locales que sirven café gourmet, los que sirven café de origen, y los cafés que además venden café en grano o molido. Ojalá este nuevo período neoliberal no termine con ellos.

Qué mejor para terminar esta serie de posts que ver dos videos del programa de TV: Polemica en el bar, con siete capos cómicos: Adolfo García Grau, Javier Portales, Fidel Pintos, Juan Carlos Altavista (como "Minguito Tinguitella"), Vicente La Russa (como "el preso", que era el mozo) y Alberto Irizar (como "el gallego", que era el dueño del bar). Empezó siendo un sketch del programa Operación Ja ja, en 1963, y en 1972 pasó a ser un programa independiente.
Y también un video con el tango que mejor cuenta "el café": cantado por Edmundo Rivero, "Cafetín de Buenos Aires", con letra de Enrique Santos Discépolo y música de Mariano Mores.









domingo, 5 de junio de 2016

Los cafés de Buenos Aires II

Los cafés literarios empezaron a surgir en Buenos Aires en la Belle Epoque.
Entre 1893 y 1914 los modernistas que seguían a Rubén Darío: Roberto J. Payró, Alberto Holmberg y José Ingenieros, entre otros; y sus sucesores: Evaristo Carriego, Alberto Gerchunoff, Enrique Banchs y Horacio Quiroga, y más; se reunían en Los Inmortales, a donde también concurrieron, a su paso por Bs. As., Jacinto Benavente y Ramón del Valle Inclán.
A La Brasileña asistían Baldomero Fernández Moreno, un grupo de escritores anarquistas alrededor de Alberto Ghiraldo, y Ricardo Olivera y Manuel Galvez, fundadores de la revista Ideas.
En los años veinte, Macedonio Fernández concurría a La Perla (no confundir con el mítico La Perla, donde "surgió" el rock nacional de la mano de Tanguito, Miguel Abuelo, Lito Nebbia y otros, lugar donde se escribió La Balsa).
En la misma época, el grupo Boedo, que se reunía en El Japonés, postulaba la misión social del escritor.
Hacia finales de los veinte, entran en escena el mítico Café Tortoni, fundado en 1858, con el grupo La Peña que se declaraba neutral en el "enfrentamiento" entre el grupo Florida, de La Richmond, y el grupo Boedo, de El Japonés. Los primeros en frecuentar el Café Tortoni fueron un grupo de escritores, músicos, pintores y periodistas encabezados por Benito Quinquela Martín. Entre sus habitués de todas las épocas estuvieron: Antonio Cunill Cabanillas, Ricardo Güiraldes, Edmundo Guibourg, Ulyses Petit de Murat, Raúl Scalabrini Ortiz, César Tiempo, Conrado Nalé Roxlo, Francisco Luis Bernárdez, Leopoldo Marechal, Alfonsina Storni, Emilio Pettoruti, Xul Solar, Raúl González Tuñon, Baldomero Fernández Moreno, Jorge Luis Borges y Carlos Gardel.


Café Tortoni


En la Richmond, fundada en 1917, en la calle Florida 468, y que ya no existe, —en el local al que por suerte se le pudo salvar la arquitectura y parte del mobiliario, hay un negocio de venta de zapatillas "alta llanta"—, se gestó en 1924 el periódico Martín Fierro que reunía a los escritores: Conrado Nalé Roxlo, Cayetano Córdova Iturburu y Ernesto Palacio, entre otros, y a quienes se agregaron después los responsables de las revistas Proa, Prisma e Inicial aparecidas a partir de 1921: Jorge Luís Borges, Antonio Güiraldes, Macedonio Fernández, Oliverio Girondo, Francisco Luis Bernárdez y Leopoldo Marechal. También Sigfrido Radaelli responsable de la revista Megáfono.
Por suerte, otros locales como el Petit Colón, Los Galgos o el London City, donde escribía Julio Cortázar, fueron arreglados y puestos a nuevo conservando el estilo y la arquitectura originales.


Richmond


En los treinta, los bares y cafés de Av. de Mayo albergaron a los escritores españoles perseguidos por el franquismo, como el Iberia, donde paraba Federico García Lorca. Enfrente del Iberia estaba el Español, donde se reunían los simpatizantes de Franco, y los habitués de ambos terminaban, como era de esperarse, a las trompadas en plena esquina de Salta y Av. de Mayo. Las lámparas del Iberia tienen todavía los colores republicanos. Ahí tuvimos las reuniones del grupo de escritores de ciencia ficción, fantasía y terror Los Clanes de la Luna Dickeana desde su inicio hasta el 2014; durante el 2015 pasamos por Federico y La Paz; y este año hacemos las reuniones en el Starbucks de Corrientes y Rodríguez Peña que, aunque no lo crean, tiene un excelente café; pidan el café del día, si les gusta fuerte tiene que ser un Sumatra, un Espresso o un Italian Roast, y si les gusta más suave: un Kenya, un Colombia o un Guatemala Antigua.


Parte del grupo Los clanes de la Luna Dickeana en el Iberia


Antes de llamarse Iberia, este café se llamaba La Toja, y allí concurrían los dirigentes de la Unión Cívica Radical cuyo comité central estaba en la cuadra siguiente.
Muchos cafés de la Av. de Mayo albergaron a los escritores españoles en el exilio, como: Rafael Alberti, María Teresa León, Jacinto Grau, Alejandro Casona, Ricardo Baeza, Eduardo Blanco Amor, Manuel de Falla, Rosa Chacel, Ramón Gómez de la Serna y otros. Por esos años surgió la revista Signo, en el subsuelo del Hotel Castelar, donde concurrían Raúl González Tuñón, Alfonsina Storni, Norah Lange, Leopoldo Marechal y Enrique Amorín, entre otros.


Hotel Castelar


Esa es la década en la que las mujeres escritoras y poetas comienzan a concurrir a los cafés literarios: Alfonsina Storni, Norah Lange, Margarita Abella Caprile, Amparo Mom y Nelly Merino Carbahlo.
En los cuarenta, La Helvética vio en sus mesas a Manuel Mujica Láinez, Alejandro Sirio, Valentín de Pedro y Guillermo Guerrero Estrella.
En las décadas del treinta y cuarenta también proliferaron en el "bajo" (en la zona del puerto), los cafetines llamados "piringundines", mezclas de café, salones de baile y burdel, a los que también concurrían escritores y poetas.
Y qué mejor que cerrar el post con uno de los mejores tangos que reflejan los cafés de Buenos Aires, "Café La Humedad" de Cacho Castaña quien aquí lo canta: