domingo, 17 de julio de 2016

Paul Delvaux

Paul Delvaux nació el 23 de Septiembre de 1897 en Antheit, Bélgica, y murió el 20 de Junio de 1994 en Veume, Bélgica. Comenzó siendo neoimpresionista y expresionista, y cambió su estilo influenciado por René Magritte y Giorgio de Chirico.
Éste es otro de mis pintores favoritos, junto con Hopper (del que ya hablé en un post anterior).
En sus primeras pinturas vemos paisajes realistas, pintados en tonos sepias, marrones, amarillos y verdes, y que muestran una fascinación de Delvaux, como ya vamos a ver en otros cuadros, por los trenes. En las dos primeras obras vemos estaciones, y en la tercera una vía elevada.


Vista de la estación del Quartier Léopold


Estación de Luxemburgo


Vista de Auderghem

Y en estas nuevas pinturas, ya con el estilo influenciado por de Chirico y Magritte, sigue con su fascinación por los trenes y aparece su fascinación por las mujeres y su misterio.

Trenes de atardecer

Soledad

En ambos cuadros tenemos la estación y el tren que representan: anhelo, cambio, misterio; la Luna, que representa lo femenino, lo misterioso y lo cambiante; y la nena, que en  Trenes de atardecer aparece con ropa clara, escondida detrás de una empalizada y con una Luna en cuarto creciente, y en Soledad aparece con una Luna llena, ya no está escondida y tiene un vestido rojo, la nena creció; aunque en ambos cuadros estén observando el tren. Como decía el tango Barrio de tango de Aníbal Troilo y Homero Manzi: "Un farol balanceando en la barrera y el misterio de adiós que siembra el tren", ¿en este caso el misterio de adiós a la niñez?
En El nacimiento del día, vemos a la mujer vinculada a la tierra y a la vida, la mitad inferior de sus cuerpos son troncos de árboles y la mitad superior muestra sus senos, el alimento, la vida.


El nacimiento del día

En El eco también vemos lo misterioso. En este caso el eco, un sonido espectral provocado por un ambiente determinado, está representado por una mujer, quien también simboliza el misterio. Aquí la luna está envuelta en neblinas que le dan un halo enigmático. Este cuadro fue usado por el escritor de ciencia ficción J.G. Ballard en su cuento El día eterno.


El eco

Tanto en El eco como en El diálogo, la mujer está colocada en un escenario en donde uno pondría a una divinidad: columnas, panteones. Las divinidades representan el Misterio con mayúsculas, y las mujeres aparecen en estos cuadros como esas divinidades.


El diálogo

En Las fases de la Luna 2 y en Las señoritas de Tongres, aparecen los hombres representando la racionalidad y los espíritus viejos que no comprenden el misterio de la mujer. Ya en Las fases de la Luna 2 ni siquiera la observan, ni a la mujer ni al paisaje lunar del exterior, sino que se contentan con mirar pequeñas rocas; no ven el todo sino el detalle. Y en Las señoritas de Tongres, el hombre las observa sin comprender la juventud, lo biológico, lo natural del abrazo. Los hombres aparecen llenos de ropa y las mujeres apenas tapadas con algo que las cubre.


Las fases de la Luna 2

El canapé azul

Las señoritas de Tongres

Y por último: lo que parecen representar para Delvaux el azul y el rojo, que se ven tanto en Las señoritas de Tongres como El canapé azul. El color azul es la placidez, el deseo, la joven que se deja acariciar, y el rojo la iluminación de otro tipo de conocimiento (más íntimo), representado por la vela; la que toca, la que actúa, la pasión.



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