Silvio Pellico (1789-1854): dramaturgo italiano, de pensamiento liberal, partidario de expulsar a los austriacos de Italia. En 1821 fue condenado a muerte, pena que se le conmutó por trabajos forzados. Finalmente, en 1830 se le dio la libertad. En su libro Mis prisiones escribió: "La hija del carcelero, que, en cuanto podía, hacía el café a espaldas de su madre, lo cargaba siempre extremadamente, hasta el punto de que, gracias a mi estómago vacío, me producía una especie de agitación nerviosa sin dolor que me mantenía despierto toda la noche. En este estado de embriaguez atemperada sentía yo redoblarse mis fuerzas intelectuales, filosofaba, poetizaba, rezaba hasta el alba con maravilloso placer. Luego, me cogía una súbita debilidad; entonces me echaba en la cama, y, a pesar de los mosquitos, que encontraban la manera de venir a chuparme la sangre por bien arropado que estuviese, dormía profundamente una hora o dos".
Jean Anthelme Brillant-Savarin (1755-1826): jurista, aficionado a la literatura y la gastronomía, autor de la Fisiología del gusto o Meditaciones de gastronomía trascendente, escribió sobre el café: "He probado diversos métodos y todos cuantos se han propuesto hasta hoy, y con conocimiento de causa me he quedado con el que llaman a la Dubelloy que consiste en derramar agua hirviente sobre el café puesto en un vaso de porcelana o plata, en el que se han practicado tres agujeros. Se toma esta primera decocción, se calienta hasta la ebullición, se vuelve a colar, y se tiene el mejor café posible".
Gioachino Rossini (1792-1868): célebre compositor de óperas. En los momentos de trabajo recurría a una bebida que apreciaba mucho, el café. Dijo acerca de esta bebida: "El café es asunto de quince o veinte días, el tiempo de hacer una ópera".
Carlo Goldoni (1707-1793): vivió en su ciudad natal, Venecia, en la época del auge del café. Escribió la obra de teatro Bottega del caffé, que cuenta las costumbres de la época y cuya acción se desarrolla en un café del centro de Venecia.
Honoré de Balzac (1799-1850): escritor, gran bebedor de café; miraba con lucidez los efectos de esta bebida sobre la cual escribió, entre otras cosas: "El café machacado a la turca es más sabroso que el café molido en molinillo." /.../ "Se trata del empleo del café molido, comprimido, frío y anhidro, palabra química que significa poca agua o nada de agua, y tomado en ayunas. Este café cae en vuestro estómago... A partir de ese momento todo se agita, las ideas se ponen en marcha como los batallones de un gran ejercito en el terreno de una batalla, y se efectúa la batalla. Llegan los recuerdos a paso ligero, con las banderas al viento; la caballería ligera de las comparaciones se despliega con magnífico galope; la artillería de la lógica llega con su tren y sus sacos de pólvora; llegan en guerrilla las agudezas, se ponen en pie las figuras, y el papel se cubre de tinta..."
Voltaire (1694-1778): filósofo, escritor e historiador. Según dicen consumía hasta 50 tazas por día. Parece ser que a sus amigos, quienes le decían que el café era un veneno de evolución lenta, les contestaba: "Muy lenta, en efecto, ya que al cabo de cincuenta años, aun no he notado nada en mi organismo."
Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832): escritor y filósofo, gran bebedor de café, quien facilitó unos granos al químico Runge, gracias a los cuales éste descubrió la cafeína.
Johann Sebastian Bach (1685-1750):
compositor y músico, también gran bebedor de café, que compuso, junto con el poeta Picander de Leipzig, una cantata sobre el gusto de las mujeres por el café.
Disfrútenla.
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